¿Habías alguna vez pensado, que existe un “hambre emocional”, que puede afectar en la selección de tus alimentos?  ¿que es desencadenada por las emociones y no por una necesidad fisiológica de tu cuerpo?

Pues tus sospechas son reales… el hambre emocional se vive como una necesidad desesperada, un impulso súbito de comer, no puede esperar y esto no permite que seamos selectivos con lo que comemos en muchas ocasiones, sino que sentimos un gran deseo de “llenar ese vacío”, con alimentos que tengamos rápidamente a la mano y que nos generen un “rush” inmediato.

El hambre emocional, es justamente esa que nos puede llevar a seguir comiendo y comiendo, a pesar de sentirnos llenos, ya que se ha visto en varios estudios científicos, que alimentos como las azúcares y aquellos con texturas grasosas, logran mejorar el ánimo y mitigar el estrés momentáneamente, a través de la vía cerebral dopaminérgica y opioidérgica, sin embargo, estas vías se acostumbran a la exposición crónica de éste estímulo sensitivo, por lo que con el tiempo, tenemos que comer estos alimentos en exceso, para obtener este efecto relajante que finalmente nos llevará a la obesidad y a aumentar nuestro riesgo cardiovascular.

Este bienestar emocional fugaz, que nos da consumir estos alimentos, desafortunadamente no arregla el problema de fondo, de hecho, nos sentimos mucho peor, ya que comer estos alimentos en grandes cantidades se asocia con un fuerte sentimiento de culpa posterior a la ingesta, además de reproches mentales hacia nosotros mismos por no tener más fuerza de voluntad.

El hambre física no es tan demandante, y es gradual, lo que permite una mejor selección de alimentos y por tanto un mayor cuidado cerebral.

El hambre emocional se vive como una necesidad desesperada, un impulso súbito de comer, no puede esperar y esto no permite que seamos selectivos con lo que comemos en muchas ocasiones

Entonces, está claro que nuestras emociones tienen mucho poder sobre nuestras elecciones de comida. Pero es cierto, que estamos bien informados y sabemos que es más sano comer, entonces ¿porque no lo hacemos? ¿Será que nos está controlando el hambre emocional?

Y es que utilizar la comida para activarnos, recompensarnos o celebrar, no es necesariamente malo, desde la antigüedad la comida se ha conectado con varias emociones e interacciones sociales, y seamos honestos…es lindo celebrar con comida o aún el sólo hecho de saborear algo delicioso, es un momento especial.

Pero algunas personas comenzamos a usar  a los alimentos como nuestro principal mecanismo para afrontar las alteraciones de nuestras emociones, y eso si es preocupante. Cuando tu primer impulso es ir por comida, cada que estás estresado, enojado, triste, o aburrido, te quedas atrapado en un círculo vicioso donde el verdadero problema es emocional, y nunca será atacado ya que los alimentos están impidiendo que te hagas consciente de ésta situación. Las emociones que te generaron el hambre seguirán ahí reprimidas y dejarás de buscar otras maneras más sanas para canalizarlas y agregado a eso, cada vez tendrás más y más dificultades para controlar tu peso, y así, todo tu ser va poco a poco en declive, ¿te das cuenta?

 Un ejercicio interesante seria preguntarte esto, antes de seleccionar tus alimentos:

¿Estoy utilizando la comida para evadir el dolor, en forma de tristeza, ansiedad, soledad o aburrimiento?

¿Esto me ha funcionado anteriormente?

¿El estar buscando de comer, será uno de mis intentos de llenar un vacío profundo en mi vida?

En el fondo tu mente si identifica que no estás comiendo por razones nutricionales, entonces sólo falta darle a nuestras emociones salidas más saludables y así cuidar verdaderamente a nuestra mente y cerebro que a pesar de todo, siguen trabajando para nosotros amorosamente día a día. Cuidemos nuestra psique y así haremos elecciones de comida más conscientes y planificadas, eso disminuirá la respuesta inflamatoria cerebral, lo que se traducirá en un ánimo más estable, mayores niveles de energía vital, mejor atención y concentración, ya que habrás mejorado tu química cerebral con lo que comes diariamente.