Los niños deben tener la oportunidad de aprender sobre la muerte de las observaciones que hagan de la vida cotidiana y de lo que en ésta ocurre. Es aquí donde los padres deben aprovechar estas oportunidades para hablar con sus hijos sobre el profundo dolor que causa la pérdida de un ser querido, comentarles que el dolor no se quedará para siempre, y con el tiempo desarrollarán capacidades para afrontar verdaderas crisis en el futuro.

Ser capaz de comprender la muerte y tener duelos sanos es muy complicado porque el adulto vive su propio dolor y es complicado mirar al niño. La dura realidad es que el ser que muere suele también ser nuestro ser querido, por lo que puede causar shock mental y físico, lo cual debilita de manera importante al individuo. Así el adulto tendrá que pasar también por un duelo, y en esas condiciones es importante apoyarse en amigos y familiares que los niños acepten para que puedan cuidarlos y sean pilares de confianza para poder desahogarse. Es importante que por el momento no se tomen decisiones radicales, cambios significativos en la manera de vivir como cambio de casa, de escuela, de trabajo.