En esa primer semana que llega la mamá a casa con el bebé, no entiendo por qué los familiares piensan que ella se siente lista para ser anfitriona de toda la peregrinación de familiares y amigos que vienen a conocer al recién nacido.

Una mujer que tiene poco de haber tenido un bebé, está físicamente agotada, y parece que justo cuando llegan las “visitas” en ese momento le empieza a salir leche de los senos, tal vez ha estado sentada mucho tiempo y quiere expulsar una flatulencia pero se tiene que aguantar, porque ahí están las visitas en el cuarto para ver al bebé.

Ella tiene que aprovechar cuando el bebé duerme para hacerlo también ella y lograr descansar, y resulta que en ese momento llega alguien a conocer al pequeño. Si no tiene a alguien que le ayude en la casa, es seguro que tal vez la cocina no esta impecable, o el baño, etc. y las visitas verán ese pequeño relajito.

Lo más amable que se pude hacer por esa mamá es alejarle a la suegra y sus sugerencias de organización y cuidados, muy diferentes a los que tiene aprendidos la joven mamá.
La recomendación es darle por lo menos tres semanas, para que se adapte a esta nueva vida y se recupere físicamente de esta maravillosa experiencia que es pasar la vida.