Para algunas familias conocer que su hijo o hija es homosexual rompe con un proyecto de vida perfectamente diseñado, y ello puede provocar algunas fracturas. Si bien no es sencillo y sí hablamos de vivir un periodo de duelo, las madres y los padres deben saber que la identidad sexual de su hijo o hija no debería modificar su relación, ni expresión de los afectos entre ellos.

Por ello, a través de estas líneas queremos compartirles información para poder enfrentar de forma positiva esta situación.

Partimos de la idea base de que todas las orientaciones sexuales forman parte de la identidad natural de las personas, ser homosexual no tiene relación con una enfermedad, carencia, ausencia, exceso o daño psicoemocional en su hijo o hija, ser homosexual es ser quien es. Por tanto, no es algo que se cambie o para lo que exista un tratamiento. Mantenerse en la idea de que sí se puede modificar solo agrega desconfianza, inseguridad y dolor en sus hijos o hijas.

Ser homosexual significa que su hijo se relacionará de manera afectiva, de pareja con un hombre, o que su hija lo hará con una mujer. En el resto de la vida son exactamente iguales que las y los hijos heterosexuales. Entre más pronto se acepte esta realidad más cercana podrá estar en la vida y relaciones de sus hijos e hijas, más alerta, más comprometido y será un testigo participante, no alguien ausente.

Como psicoterapeuta, las principales preguntas que escucho de las madres y padres cuando su hijo o hija le ha comunicado que es homosexual son: qué hicieron mal durante la crianza, si las circunstancias de la pareja, por ejemplo, un divorcio influyó en ello, si hubo abuso sexual, si está siendo influenciado, si es una moda o algo pasajero, entre otras. A estas preguntas le siguen los miedos: lo van a rechazar en nuestras familias extensas, la comunidad, nuestra iglesia; lo pueden golpear, violentar o asesinar, muchas madres o padres están enterados de los asesinatos por odio, así que es un miedo legítimo al conocer la orientación de sus hijos e hijas.

La mayoría asume que vivirán una vida complicada, en todas las áreas de su vida, que le será difícil ser feliz, y no conciben que puedan establecer sus propias familias. Lo cual refleja su mundo de relaciones, pero no la realidad única de la vida de las personas homosexuales.

Todas estas preguntas y miedos son válidas, vivimos en una sociedad heteronormada, que nos ha enseñado a aceptar solo un estilo de ser persona, y todo lo que sale de este esquema produce necesariamente la sensación de enfermedad, no normal, imposible o falso. Es válido pensarlo y sentirlo, pero es una obligación modificarlo, por que de no hacerlo se pone en riesgo la integridad del hijo o la hija. Las familias deberían ser siempre ese espacio protector, donde se sientan seguros y donde puedan encontrar el cobijo ante las situaciones externas.

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